Hace ya casi un año tuve la oportunidad de encontrarme en la
cima del mundo. Bueno, no en la cima del mundo pero si a muchos metros de
altura y de presenciar un atardecer hermoso, en el cual el reflejo del sol
sobre los vidrios de los edificios parecían millones de chispitas. Algo
bastante bonito. Incluso ahora que lo recuerdo me trae una sonrisa al rostro y
me alegra el momento. Pero ese no es el punto. El punto es que durante ese
tiempo tuve la oportunidad, dejada de lado por cierto, de ver la película El
Gran Gatsby. Sin saberlo, me estaba guardando para verla en una ocasión en la
cual le pudiera dar más sentido a los eventos sucedidos en ella.
Esta película, remake de otra y ésta última basada en una
novela norteamericana, trata sobre este hombre que hace grandes fiestas en su
mansión, ubicada en las afueras de Nueva York. Todos los asistentes conocían y
desconocían por partes iguales a su anfitrión, Jay Gatsby. Sin embargo, Gatsby
permite a Nick que vea más allá de lo que sus invitados conocen de él. Esto lo
hace con la intención de que Nick lo lleve más cerca de su meta: Daisy, la
prima de Nick.
Recientemente, como suelen ser las mejores cosas de la vida,
por casualidad tuve la oportunidad de ver esta película. Mientras la veía me
pareció bastante interesante y le di mucho sentido a la historia debido a lo
que he vivido recientemente. En este sentido, alcancé a comprender la posición
de Jay. Ésta en la cual una persona busca alcanzar su meta, donde se utilizan
todos los medios de los cuales se disponen. Y todo esto porque “todos estamos
buscando a ese alguien especial”.
A pesar de esta identificación, también logré ver ciertas diferencias
entre Gatsby y yo. Quizá la más importante, es que él tuvo una breve pero
significativa historia previa con Daisy. En mi caso, lo considero desafortunado
y afortunado. Primero que nada, desafortunado porque yo no he tenido esa
oportunidad de tener una historia que contar, un pasado que recordar, sino que
solo hemos compartido las casuales cordialidades entre dos conocidos. Por otro
lado, afortunado debido a que Gatsby se encontraba aferrado a este pasado que
tanto añoraba pero que, desafortunadamente, ya lo había dejado atrás sin que él
se diera cuenta. Daisy ya se encontraba fuera de su alcance. En este sentido,
quiero creer que no es mi caso, que ese deseo que tan intensamente anhelo aún está
a mi alcance y que todo es posible. Aún veo la luz verde al otro lado de mi
muelle y me emociono, me estremezco y me quedo sin palabras.
Como recientemente le comenté a un colega, siento que en esta
etapa de mi vida están sucediendo cosas que objetivamente son más importantes, más
relevantes, a las cuales les debería dar mayor importancia y peso pero, a pesar
de este entendimiento racional, estoy haciendo un gran esfuerzo por alcanzar la
luz verde, por iluminarme de su resplandor y acompañarla en su oscuridad. Solo
espero que, al final del dia, todo haya valido la pena.
Gatsby
believed in the green light, the orgastic future that year by year recedes
before us. It eluded us then, but that’s no matter—tomorrow we will run faster,
stretch out our arms farther. . . And then one fine morning—So we beat on,
boats against the current, borne back ceaselessly into the past.
F. Scott Fitzgerald
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